A seis años del apagón del 7 de marzo de 2019, la crisis eléctrica en Venezuela se mantiene. Las constantes fallas del servicio de luz, en su mayoría en el interior del país, provocaron que los venezolanos adoptaran medidas para proteger sus alimentos, aparatos electrónicos, sus finanzas y telecomunicaciones; en lugar de contar con una solución definitiva por parte de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec).
Para conocer cómo las personas enfrentan los cortes de luz en el país, el equipo de El Diario entrevistó a tres venezolanos, quienes coincidieron en que los apagones fortuitos o por racionamiento los mantienen en una constante incertidumbre sobre si se repetirá o no lo ocurrido en 2019.
Los entrevistados explicaron que las soluciones a las que han recurrido corresponden a su poder adquisitivo. Estas varían en cuanto a consumo de alimentos como inversiones de maquinaria y aparatos recargables con energía solar.

Soluciones ante la crisis eléctrica
En el caso de Yurelys Blanco, habitante del sector Catia la Mar (La Guaira), detalló que desde el apagón de 2019 hasta la actualidad ha tenido que reponer una nevera y un microondas a causa de la variación en el voltaje.
“Después de haber perdido dos electrodomésticos, invertí en un protector de voltaje porque los piratas no sirven. La nevera no encendió más después del apagón de 2019 y el microondas se me dañó cuando volvió la luz luego de 12 horas en el apagón del año pasado (que ocurrió en agosto de 2024)”, agregó Blanco.
Luego de esta experiencia y a pesar de tener protectores de voltaje, Blanco decidió reducir la compra de alimentos que requieren refrigeración y hacer su reposición una vez a la semana para evitar que se dañe en caso de otra falla de electricidad. Otra de las medidas que implementó para conservar la comida fue poner bolsas de agua congelada dentro del refrigerador.

“En el apagón (2019) perdí mucha comida y además tuvimos problemas para conseguir agua potable, pero con la solución de las bolsas me mantengo un poco más preparada”, afirmó.
Una situación similar vive Ronald Zárate, habitante del municipio Valencia (Carabobo), quien compartió que recurre a la compra de alimentos no perecederos y poca cantidad de la comida perecedera.
“Con lo elevado de los precios de la comida nadie puede arriesgarse a que se le dañe. En cambio, cuando se va la luz por más de cuatro horas, mis vecinos hacen la carne a la parrilla y la reparten, de lo contrario les toca botarla”, afirmó.
Zárate aseguró que ninguno de sus aparatos eléctricos se dañó durante el apagón de 2019, sin embargo, en 2022, durante un racionamiento eléctrico, se quemó el decodificador de su televisor por cable. Tras esto, decidió adquirir bombillos recargables.

Además, comentó que actualmente ahorra dinero para invertir en un protector regulador de voltaje (UPS, por sus siglas en inglés) para el router de fibra óptica de su vivienda y así evitar quedar incomunicado.
“El alto costo de la vida en el país y los bajos salarios no dan para que todo el mundo tenga una planta eléctrica”, señaló.
Por su parte, Luisa Dáser, habitante de la urbanización Fundalara en Barquisimeto (Lara), dijo que tras el apagón de 2019, los cortes de energía eléctrica en la zona donde vive son constantes y de al menos cuatro horas a partir de las 7:00 pm.
La entrevistada mencionó que en su vivienda optaron por comprar UPS para los aparatos electrodomésticos grandes y una batería portátil con lámpara inalámbrica que se recarga a través de paneles solares.
“Mis cuatro hijos reunieron dinero y compraron el cargador de panel solar, con este aparato recargamos los teléfonos y tenemos luz para ir al baño y también nos alumbra cuando necesitamos cocinar con gas”, indicó.
Sin embargo, Dáser agregó que en caso de que la falla se extienda por más de cuatro horas, se traslada hacia la vivienda de una de sus hijas, quien reside en una urbanización con planta eléctrica.

Crisis eléctrica afecta la salud de los venezolanos
La crisis eléctrica en Venezuela también ha afectado la salud de los venezolanos, así como ha empeorado las condiciones de los pacientes con necesidades especiales.
En el caso de Dáser, añadió que la decisión de comprar el cargador portátil se debió a que tiene varias afecciones respiratorias, entre ellas asma, alergia y constantes infecciones en los pulmones, por lo que requiere de nebulizaciones y oxígeno.
“Cuando me dan crisis asmáticas o tengo la saturación baja utilizo una bombona inalámbrica, eso me mantiene estable y evita que empeore, pero soy consciente de que solo dura horas. La inestabilidad del servicio eléctrico es agotadora”, agregó.

Por su parte, Ronald Zárate reveló que tiene dos hijos en edad escolar, ambos dentro del espectro autista, y que tanto él como su esposa deben buscar estrategias para entretenerlos mientras se restablece el servicio.
“Intentamos descargar y mantener en los celulares y dispositivos móviles películas infantiles porque normalmente la luz es después de las 6:00 pm. Es una situación que hay que saber manejar para evitar que sea traumática para los niños”, afirmó Zárate.
En cuanto a la situación actual de los entrevistados, aseguraron que los bajones o cortes de luz se mantienen y que, pese a que ahora están más preparados para una falla energética, reiteraron que “no es una situación a la que deba acostumbrarse un país”.
En Caracas, durante 2024 se intensificaron los bajones eléctricos y se registraron constantes apagones, de acuerdo con reportes de usuarios de las redes sociales. La mayoría de los casos se reportaron desde los municipios Sucre, Baruta y El Hatillo.

Venezuela a oscuras por más de 140 horas
Durante el apagón de 2019, al menos 20 estados de Venezuela permanecieron entre tres y siete días sin energía eléctrica. El entonces ministro de Energía Eléctrica, Luis Motta Dominguez, declaró en el canal Venezolana de Televisión (VTV) que la falla se debió a un presunto ataque a la central hidroeléctrica venezolana Guri, en Bolívar, la cual abastece casi al 70 % de la electricidad del país.
Mientras que el presidente de la República, Nicolás Maduro, calificó el apagón como parte de un “plan de guerra eléctrica” provocada a su juicio por Estados Unidos. A esas acusaciones se sumó Jorge Rodríguez, ministro de Comunicaciones, quien señaló al entonces senador estadounidense Marco Rubio como responsable.

Tras estas acusaciones, el gobierno estadounidense respondió a través de Mike Pompeo, secretario de Estado de EE UU en el primer periodo presidencial de Donald Trump, y calificó a Maduro como culpable de la crisis eléctrica en Venezuela.
Por su parte, expertos y fuentes asociadas a Corpoelec atribuyeron la falla general del servicio eléctrico a la falta de mantenimiento, el desabastecimiento de combustibles de las centrales termoeléctricas, la corrupción en el área, los bajos salarios y a la inexperiencia en el campo como resultado de la fuga de cerebros por la crisis migratoria venezolana.
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