
Michael Boschetto probablemente seguía agonizando en el momento en que Giacomo Friso, acusado de su asesinato, se realizaba un vídeo selfie con su teléfono móvil, después de apuñalarle cuatro veces y robarle el dispositivo del bolsillo.
Por Matilde Bicciato | EL MUNDO | Corriere della Sera
Todo ocurrió el 27 de abril de 2024: eran las 4.30 de la madrugada cuando Giacomo Friso -34 años, ahora acusado de asesinato con agravantes- se presentó delante de la casa de su amigo, Michael Boschetto – de 32 años-, con quien tenía un historial de desavenencias. Ambos viven en Via Gomiero, en Villafranca Padovana, Italia. Friso, furioso pero sin una motivación clara, empieza a golpear la puerta de entrada de Boschetto y lo hace primero con una rueda de bicicleta y luego con las manos. Al hacerlo, consigue despertar a su amigo, que baja a su encuentro. Se inicia una discusión entre ambos, en la que Friso, quizá debilitado, no puede defenderse y recibe varios golpes. Friso vuelve a casa poco después, pero no acaba ahí la cosa: primero se cura las heridas y luego vuelve a salir, esta vez con un cuchillo en la mano.
Accede a la casa de Boschetto y lo encuentra fuera, a punto de encender un cigarrillo, que él no tiene tiempo de fumarse. De hecho, en ese mismo momento Friso comienza a golpearlo con fuerza, tanto en la cara como en el pecho.
Fue en ese momento cuando Friso presuntamente robó el móvil de la víctima, regresando a su casa como si nada hubiera pasado y utilizándolo para grabar un vídeo en el que, a modo de selfie, se grababa a sí mismo, mostrando la cara de una persona engreída, absolutamente indiferente a lo que acababa de suceder.
Más de un año después del asesinato de Boschetto, aparece un nuevo elemento clave en el teléfono móvil de la víctima, un iPhone, primero robado por el presunto asesino y luego incautado por la policía para buscar posibles pistas. Los investigadores, pese a todos los intentos, nunca consiguieron desbloquearlo y, al final, el móvil fue devuelto al padre. Él mismo, en un momento dado, consiguió acceder al aparato. En un intento de encontrar mensajes, llamadas o cualquier rastro que permitiera reconstruir las últimas horas de vida de su hijo, descubrió un clip de vídeo, de apenas unos segundos de duración, que databa exactamente del día y la hora del asesinato y mostraba al presunto asesino, Giacomo Friso, grabándose con el teléfono móvil de la víctima inmediatamente después de golpearle mortalmente -y tal vez mientras Boschetto agonizaba en el suelo.
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