Como nombrar a un terraplanista director de la NASA. O haberle dado a Nerón el lanzallamas y la lira para prenderle fuego a Roma. El nombramiento del antivacunas Robert F. Kennedy Jr. como futuro secretario de Salud del Gobierno de Donald Trump ha provocado entre los científicos, y algunos políticos, una catarata de reacciones que van del estupor a la indignación, mientras la mofa se extendía como la pólvora por las redes sociales. “[Kennedy] no está ni remotamente cualificado para el cargo y no debería estar ni siquiera cerca de las agencias [federales] basadas en la ciencia que salvaguardan nuestra nutrición, seguridad alimentaria y salud”, sostiene en un comunicado el Centro para la Ciencia como Interés Público (CSPI, en sus siglas inglesas). “Nominar a un antivacunas como Kennedy es como poner a un terraplanista a la cabeza de la NASA. (…) Si los pequeños virus sin pretensiones pudieran hablar, el sarampión, las paperas y la rubeola estarían protestando ruidosamente la nominación de este prolífico difusor de desinformación científica”.
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