El chantaje como política exterior y comercial. Ese ha sido el enfoque que Donald Trump ha adoptado hacia gran parte del mundo, pero especialmente hacia América Latina. Lo hizo durante su primer mandato, presionando a varios países de la región para que se hicieran responsables de frenar la migración al norte y para que accedieran a recibir cientos de deportados. Y ahora, de vuelta en el poder, ha tirado de nuevo de la estrategia que tan fructífera le resultó en aquel entonces para, en esta ocasión, avanzar en su campaña de deportaciones masivas. Esta vez, a diferencia de la primera, cuando lanzaba sus amenazas sobre todo en forma de sanciones, su táctica principal de intimidación han sido los aranceles, con los que ha arrancado concesiones de aliados históricos como México o Colombia.
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