El mundo se derrumba y Donald Trump juega al golf. El viernes, un teórico día laborable, mientras las Bolsas del mundo se hundían, el presidente de Estados Unidos acudió temprano a su club de golf de West Palm Beach y pasó allí la mayor parte del día. El largo fin de semana del mandatario llegó tras declarar la guerra comercial al mundo con los aranceles más altos en al menos un siglo. El órdago de Trump tiene implicaciones profundas difíciles de anticipar por completo, pues simultáneamente pone patas arriba el orden económico global y supone un nuevo manotazo en el tablero geopolítico. Al tiempo, y al menos de momento, es una ruina. Billones de dólares de riqueza se han evaporado en un par de días y un mundo ya más pobre afronta el riesgo de una recesión global.
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