
Hay un dicho que Robert F. Kennedy Jr. aprecia mucho. Lo usó el día de su confirmación como secretario de Salud de Estados Unidos. «Una persona sana tiene mil sueños, una persona enferma solo uno», dijo desde el Despacho Oval. «El 60% de nuestra población solo tiene un sueño: mejorar».
Por BBC
El funcionario de salud pública más poderoso de Estados Unidos se ha propuesto combatir lo que él describe como una epidemia de enfermedades crónicas en el país, un término general que abarca desde la obesidad y la diabetes hasta las enfermedades cardíacas.
Su diagnóstico de que Estados Unidos está experimentando una epidemia de mala salud es una opinión compartida por muchos expertos en salud del país.
Pero Kennedy también tiene un historial de promover teorías conspirativas infundadas sobre la salud, desde la sugerencia de que la covid-19 afectó a ciertos grupos étnicos y eximió a otros hasta la idea de que las sustancias químicas del agua del grifo podrían estar haciendo a transgénero a algunos niños.
Tras asumir el cargo, recortó miles de empleos en el Departamento de Salud y Servicios Humanos y eliminó programas completos en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
«Por un lado, es sumamente emocionante que un funcionario federal se ocupe de las enfermedades crónicas», afirma Marion Nestle, profesora jubilada de salud pública de la Universidad de Nueva York. «Por otro, el desmantelamiento del aparato federal de salud pública no puede contribuir en absoluto con esa agenda».
Kennedy es denigrado por sectores de la comunidad médica y científica. El doctor Amesh Adalja, médico especialista en enfermedades infecciosas e investigador principal de la Universidad Johns Hopkins, me lo describió como un «nihilista malvado».
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