Los testículos humanos son mucho más pequeños, en proporción, que los de algunos de nuestros primos primates. La evolución puede explicarnos el porqué. Pero el tamaño de otras partes del cuerpo –como el mentón– es un misterio aún mayor.
Por BBC Mundo
El cuerpo humano es una máquina cuyas numerosas partes —desde los detalles microscópicos de nuestras células hasta nuestras extremidades, ojos, hígado y cerebro— se han ensamblado a trompicones a lo largo de 4.000 millones de años.
Pero los científicos aún se preguntan por qué evolucionamos hasta alcanzar esta forma particular. ¿Por qué, por ejemplo, los humanos tienen una barbilla única? ¿Y por qué, en relación con el peso corporal, un testículo humano es el triple del tamaño del de un gorila, pero una quinta parte del de un chimpancé?
Como muestro en mi nuevo libro, «El árbol de la vida», aún buscamos las respuestas a muchas de estas preguntas de «por qué». Pero estamos empezando a encontrar respuestas a algunas de ellas.
La historia de la evolución nos cuenta cómo, a partir de unos orígenes sencillos, se construyó cada especie: cuándo se añadió a su diseño cada uno de los componentes que conforman a un ser vivo.
Si escalamos el árbol evolutivo de la vida, podemos seguir un camino sinuoso que visita las ramas cada vez más especializadas a las que pertenece una especie.
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