Tiene la camisa manchada de sangre por un porrazo que un militar le ha dado en la cabeza. Es 1996. Un Andrés Manuel López Obrador de 42 años lidera una protesta de cientos de personas —en su mayoría indígenas chontales de Tabasco— contra la privatización de las plantas petroquímicas de Pemex, una política que impulsa el presidente priista Ernesto Zedillo. El suelo es fangoso. El calor tropical hace que la ropa se pegue a la piel. Los mosquitos son feroces. Tras romper con el PRI, López Obrador es una figura en ascenso en el PRD, la izquierda mexicana. Se coloca al frente de la marcha, asediada por policías y militares.
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