La confrontación de Israel e Irán, como la de Rusia y Ucrania, obliga a una seria reflexión sobre la transición del sistema internacional por irresueltos que aún sean tales conflictos. Angustia la matanza de seres humanos por aquellas latitudes al igual que ocurre en África, aunque éste – tan vasto continente – escapa del decisivo circuito geopolítico del norte planetario y, por consiguiente, por desgracia, no ocupa a los grandes medios de comunicación.
Por supuesto, no es indispensable gozar de una consumada experticia en la materia para emitir alguna opinión personal, pero sí la de contar con las observaciones y el criterio fundado de los especialistas para generar una postura adecuada, lo más justa posible, coherente, orientada a la sana crítica en la que el sentido común constituye un elemento necesario. De acuerdo a los principios y valores que nos inspiran, nadie puede ser indiferente a los acontecimientos que hacen el día a día en este, el único planeta disponible, por lejanísimos que geográficamente sean, pues, la radiación nuclear le dará alcance por completo este hemisferio al igual que el Covid-19 que los muy escépticos inicialmente despreciaron por la enorme distancia del foco generador. . Sin embargo, la mayor prevención ha de ser contra los irresponsables todólogos que juran haber predicho el final de la Roland Garros entre Alcaraz y Sinner, y, al mismo tiempo, les consta la “obliteración” de las instalaciones nucleares de Irán, por orden del presidente Trump.
Que haya sido una suerte de coreografía de la confrontación lo acaecido en el Medio Oriente, a juzgar por una acción estadounidense en Irán que no cumplió su cometido, fracasando igualmente la respuesta iraní contra Israel, como presumen los muy competentes estudiosos del problema, cumpliendo sólo con una simulación que la creyeron necesaria, o cualesquiera otras causas, lo importante es que haya un debate abierto en la opinión pública en demanda de la más acertada orientación. Hemos preferido sintonizar por las redes sociales aquellos programas de entrevistas a los que concurren voces muy autorizadas, antes de improvisar gracias a otros improvisados opinadores de ocasión que les apasiona también el enfrentamiento de Paulina Rubio con Colate, el padre de su hijo mayor, como la vida personal de los pilotos de los bombarderos furtivos B-2 Spirit que actuaron en la operación “Martillo de la Medianoche”.
Nos parece que no le quedó más remedio a Israel que defenderse y de la forma en que lo ha hecho, injustamente caricaturizado como un vulgar expansionista y, por más que se diga de sus excesos en Gaza o de las desviaciones autoritarias de Netanyahu que anteriormente provocó recias protestas, lo cierto es que, en los países enemigos, absolutamente nadie puede discutir siquiera sobre la pesada losa de un terrorismo que pone en jaque a sus propios habitantes, martirizándolos, ni dudar un milímetro de la idoneidad política y militar de sus nada democráticamente electos gobernantes. Sospecho que los vecinos prefiere entenderse ahora o más adelante, con una Israel responsable ates de apostar por los promotores de sendas guerras santas.
No sabemos nada del pleito de Rubio, la Paulina, y Colate, porque detrás está el mayor y trágico drama de los desentedimientos de Medio Oriente, por ejemplo. Y no me venga a quejarse un homosexual, cursante de alguna cara universidad estadounidense, por la agresión de su país mientras que él ni podría abrir la boca en Irán y, desde hace muchísimo tiempo, estaría colgado en medio del desierto.