La anomia social es un concepto fundamental en sociología, popularizado por Émile Durkheim, que describe un estado de falta de normas, valores y expectativas claras en una sociedad o en un individuo. Se caracteriza por la disolución de los estándares y valores morales que regulan el comportamiento colectivo, lo que lleva a una sensación de inestabilidad, desorientación y falta de propósito.
Émile Durkheim introdujo la anomia en su obra «La División del Trabajo Social» (1893) y la desarrolló en «El Suicidio» (1897). Para Durkheim, la anomia surge cuando la sociedad atraviesa cambios sociales rápidos y profundos (como la industrialización), que debilitan la «conciencia colectiva» y los antiguos principios de estructura y orden. En este contexto, las reglas sociales se vuelven inciertas, y los individuos pueden sentirse desvinculados, sin guía y con una «voluntad insaciable» que no puede ser satisfecha.
Durkheim no la definió como una «ausencia de normas», sino como un desajuste o «desorden» donde los deseos individuales no tienen límites ni regulación social. Posteriormente, Robert K. Merton retomó el concepto de anomia en el siglo XX, enfocándose en la discrepancia entre los fines culturales (metas socialmente valoradas, como el éxito material) y los medios institucionalizados (formas legítimas de alcanzar esas metas). Cuando las oportunidades para alcanzar los fines culturales son desiguales, se genera frustración y las personas pueden recurrir a comportamientos desviados.
En nuestro contexto, la anomia social es un fenómeno que se manifiesta a diario en el estado anímico y en el comportamiento social del grupo afectado, los venezolanos. Es la respuesta a la desesperanza, ausencia de fe y a las desigualdades políticas, sociales y económicas; conectadas de manera directa a la corrupción, al nepotismo, a la injusticia. En otras palabras, la anomia social ha transfigurado el carácter social de los venezolanos y le ha origina modelos de conducta con ciertas complejidades que se producen en la ideología dominante y se imponen desde el gobierno central y sus instituciones.
Causas de la Anomia Social en Venezuela: La anomia en Venezuela no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una convergencia de factores complejos y prolongados: Crisis económica y humanitaria: La hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, la pérdida masiva de poder adquisitivo y el colapso de los servicios públicos han empujado a millones de venezolanos a la pobreza extrema. Esta situación genera una discrepancia abismal entre las aspiraciones de vida digna y la imposibilidad de alcanzarlas por medios legítimos, lo que, según Robert Merton, es una fuente clásica de anomia. Debilitamiento y politización de las instituciones: La pérdida de independencia de poderes públicos, la corrupción generalizada y la erosión de la confianza en instituciones como el sistema judicial, la policía y las fuerzas armadas, han minado el Estado de Derecho. Cuando las leyes no se aplican o se aplican de forma selectiva, se pierde el respeto por la legalidad y la justicia. Polarización política y social: La profunda división entre el oficialismo y la oposición ha fracturado el tejido social, promoviendo la desconfianza, la intolerancia y el desprecio por el «otro». Esta polarización dificulta la construcción de consensos y la restauración de normas comunes. Migración masiva: La salida de millones de venezolanos ha desestructurado familias y comunidades, alterando las redes de apoyo social y generando un desarraigo que puede conducir a la anomia individual y colectiva. Violencia e impunidad: Los altos índices de criminalidad, la presencia de grupos armados y la falta de castigo para los delitos, tanto comunes como de lesa humanidad, contribuyen a una sensación de indefensión y a la normalización de la violencia como medio para resolver conflictos o alcanzar fines. Deterioro de los valores éticos y morales: La crisis ha puesto a prueba los principios éticos, llevando a la normalización de comportamientos que antes eran considerados inaceptables (como el contrabando, el «bachaqueo» o la «viveza» para sobrevivir), lo que erosiona aún más el consenso moral. Falta de futuro y esperanza: La ausencia de perspectivas claras de mejora, especialmente para los jóvenes, genera desesperanza y una sensación de futilidad, haciendo que las personas pierdan el sentido de propósito y se desconecten de las normas que regulan la sociedad.
Manifestaciones y Consecuencias de la Anomia en Venezuela
La anomia se manifiesta de diversas maneras en la sociedad venezolana, con graves consecuencias:
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Comportamientos desviados y aumento de la criminalidad: Desde delitos menores hasta crímenes violentos, la anomia contribuye a una mayor propensión a transgredir las normas.
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Desconfianza generalizada: La falta de confianza en las instituciones y entre los propios ciudadanos dificulta la cooperación y la reconstrucción del tejido social.
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Desgaste de la cohesión social: La fragmentación social se acentúa, y los lazos comunitarios se debilitan, lo que puede llevar a una mayor individualización y aislamiento.
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Normalización de la ilegalidad y la corrupción: La impunidad y la falta de consecuencias para las transgresiones contribuyen a que comportamientos ilícitos se perciban como «normales» o necesarios para la supervivencia.
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Problemas de salud mental: La incertidumbre, la frustración y la desesperanza derivan en altos niveles de estrés, ansiedad, depresión y, en casos extremos, aumento de las tasas de suicidio.
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Clientelismo y dependencia: Ante la imposibilidad de satisfacer necesidades básicas por medios formales, muchos ciudadanos se ven obligados a depender de redes informales o de favores políticos, lo que refuerza el clientelismo y la corrupción.
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«Sálvese quien pueda»: Se impone una lógica individualista de supervivencia, donde el bienestar colectivo queda relegado ante la necesidad personal inmediata.
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Apatía y desmovilización: La desesperanza puede llevar a la apatía y a la falta de participación ciudadana en la búsqueda de soluciones colectivas.
En síntesis, Venezuela se encuentra en un estado donde la desintegración de las normas y valores, aunado a la ruptura entre las aspiraciones y las oportunidades legítimas, ha generado una profunda anomia social. Esta condición no solo impacta la estabilidad y el orden, sino que también tiene efectos devastadores en la psique individual y en la capacidad de la sociedad para funcionar y reconstruirse. La recuperación de Venezuela pasa inevitablemente por la restauración de la confianza en las instituciones, la reconstrucción del tejido social y la revalorización de un marco ético y normativo compartido.
Finalmente nos deslizaremos en una síntesis, la anomia social es un fenómeno complejo que refleja un debilitamiento de los lazos sociales y de las normas que regulan la convivencia. Sus consecuencias pueden ser graves para el bienestar de una sociedad, por lo que es importante comprender sus causas y buscar soluciones que fortalezcan el tejido social y promuevan la integración. la anomia social se articula a la visión sesgada del gobierno Maduro cuyo desarrollo depende de aprovechar en su favor lo “legal”, controlar a su antojo lo económico, los proyectos sociales, los proyectos de salud, los proyectos de educación… del todo sobre sus partes. El gobierno mantiene sus estrategias y tácticas bien orientadas hacia una estabilización que le permita mantenerse en el gobierno nacional por un tiempo indeterminado.
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