
Heriberto Salazar Amaya no tenía un perfil público: no aparecía en los listados internacionales de los más buscados, ni tenía antecedentes conocidos en cortes de alto perfil. Pero cuando agentes federales lo detuvieron el 28 de abril en Salem, Oregón, como parte de un megaoperativo encabezado por la DEA, las autoridades lo identificaron como el líder de una de las redes de tráfico de fentanilo más grandes jamás detectadas en Estados Unidos.
Por infobae.com
Con 36 años y al menos dos deportaciones previas, Salazar Amaya se encontraba de manera ilegal en el país; pese a ello, había logrado establecer una estructura de distribución transnacional, discreta pero eficiente, con operaciones diarias que abarcaban al menos cinco estados.
Desde su base en Oregón, Salazar Amaya no lideraba mediante violencia ni presencia física constante, sino con logística, coordinación y anonimato.
Según documentos judiciales presentados por la fiscalía federal el 29 de abril de 2025 ante la Corte del Distrito de Nuevo México, Heriberto Salazar Amaya recibía directamente los pedidos de droga de clientes en Estados Unidos y coordinaba la entrega a través de mensajeros que seguían un cronograma diario.
Las rutas incluían vehículos de carga y viviendas utilizadas como centros de almacenamiento —conocidas como stash houses—, desde donde se organizaban las entregas en distintas zonas metropolitanas. Todo el esquema estaba diseñado para mantener el flujo constante de distribución sin exponer directamente a quienes lo dirigían.
La fiscalía federal describió este método como el “modelo Salazar”: eficiente, discreto y replicable. La red conocida como HSA DTO —por las iniciales de su nombre— funcionaba como una empresa criminal, con jerarquías operativas, procesos estandarizados y zonas de responsabilidad delimitadas.
No se trataba de un grupo armado que dominaba territorios, sino de un sistema logístico que operaba bajo el radar, moviendo volúmenes industriales de narcóticos a lo largo del suroeste de Estados Unidos.
Así funcionaba la red de distribución
La DEA venía investigando a la organización desde 2024 mediante vigilancia encubierta, análisis financiero y el uso de tecnologías de rastreo. Las ciudades clave donde operaba la red incluían Albuquerque y Santa Fe en Nuevo México; Phoenix en Arizona; Las Vegas en Nevada; Layton en Utah; y Salem en Oregón.
En cada uno de esos puntos había vehículos, armas, dinero en efectivo y personas dedicadas a la logística de distribución. Las drogas provenían de México, y en Estados Unidos se procesaban, empacaban y redistribuían en pastillas marcadas como oxicodona, pero que contenían fentanilo en concentraciones letales.
El 28 de abril, durante un operativo simultáneo en cinco estados, las autoridades incautaron aproximadamente 4.2 millones de pastillas de fentanilo, según consta en la moción judicial presentada al día siguiente. En los primeros comunicados oficiales se informó que eran tres millones de pastillas de fentanilo, pero el documento judicial detalló que la cifra real fue de 4 millones 193 mil pastillas.
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