
Muchos de nosotros hemos adquirido el hábito de escuchar pódcast, audiolibros y otros contenidos en línea a velocidades de reproducción más altas. Para los jóvenes, incluso podría ser la norma.
Por BBC Mundo
Por ejemplo, una encuesta realizada a estudiantes de California reveló que el 89 % cambiaba la velocidad de reproducción de las clases online, mientras que en los medios de comunicación han aparecido numerosos artículos sobre cómo se ha generalizado el visionado rápido.
Es fácil pensar en las ventajas de ver las cosas más rápido. Nos permite consumir más contenido en menos tiempo o repasar el mismo contenido varias veces para sacarle el máximo partido.
Esto podría ser especialmente útil en un contexto educativo, donde podría liberar tiempo para consolidar conocimientos, hacer pruebas prácticas, etc.
Ver videos en modalidad rápida también es potencialmente una buena forma de garantizar nuestra atención e interés durante todo el tiempo que duran, evitando así que la mente se distraiga.
Pero ¿qué hay de las desventajas? Resulta que también hay más de una.
Sobrecarga cognitiva
Cuando una persona se expone a información desde la oralidad, los investigadores distinguen tres fases de la memoria: codificar la información, almacenarla y, posteriormente, recuperarla.
En la fase de codificación, el cerebro necesita cierto tiempo para procesar y comprender el flujo de palabras que recibe. Las palabras deben extraerse y su significado contextual debe recuperarse de la memoria en tiempo real.
Las personas suelen hablar a una velocidad de unas 150 palabras por minuto, aunque duplicar la velocidad a 300 o incluso triplicarla a 450 palabras por minuto sigue estando dentro del rango de lo que podemos considerar inteligible.
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