Durante milenios, el proceso ha sido siempre el mismo. Un imperio, un centro de poder, podía caer con rapidez o gradualmente, fruto de su descomposición interna o por factores ajenos: una invasión, una catástrofe natural. Pero nunca porque su líder decidiera dinamitar su hegemonía a conciencia. Y, sin embargo, es lo que el estadounidense Donald Trump parece estar haciendo: reventar el orden mundial a pesar de que este le da ventaja.
Estados Unidos expresa un “cauto optimismo” sobre el alto el fuego en Ucrania pese al escepticismo ruso
El Gobierno estadounidense da señales de confiar en las posibilidades de un alto el fuego, primero, y el fin de...