Durante milenios, el proceso ha sido siempre el mismo. Un imperio, un centro de poder, podía caer con rapidez o gradualmente, fruto de su descomposición interna o por factores ajenos: una invasión, una catástrofe natural. Pero nunca porque su líder decidiera dinamitar su hegemonía a conciencia. Y, sin embargo, es lo que el estadounidense Donald Trump parece estar haciendo: reventar el orden mundial a pesar de que este le da ventaja.
Escraches y acoso contra los agentes del ICE, las protestas en Los Ángeles se reinventan
Las multitudinarias protestas de Los Ángeles han abandonado las calles del centro de la ciudad, pero no se han apagado...