La ley estadounidense de Enemigos Extranjeros de 1798 no solo es vetusta, es una de las más infaustas en la historia del país. Solo se ha aplicado tres veces, siempre en tiempos de guerra, y en la Segunda Guerra Mundial sirvió para enviar a los estadounidenses de origen japonés a campos de prisioneros. Ahora el presidente Donald Trump pretende invocarla en su plan de deportaciones masivas de inmigrantes ilegales para multiplicar sus expulsiones, incluido a Guantánamo, en Cuba.
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